jueves, 10 de agosto de 2017

RUTA ENCENDIDA, entrevista a Sergio Nacif Cabrera



En esta nota conoceremos la figura de Sergio Nacif Cabrera, un verdadero laburante de la música y la vida. Guitarrista y compositor de profesión, Sergio tiene una gran habilidad para componer canciones que se quedan instaladas en tu mente y no podés dejar de cantar. ¿Himnos pop se dice? Himnos pop serán… Así fue lo suyo desde aquellos lejanos años 80 cuando estaba en Alphonso S´ Entrega, una banda desalineada y empapada de ska, verdadera leyenda under de aquellos años; y, más tarde, catapultados al éxito de la mano de temas como “El Manisero” o “Barrio Chino”. Luego, en los 90, llegaría el turno de Los Romeos, otro gran momento musical en donde Nacif, junto a un jovencito Pablo Sbaraglia, daría vida a un proyecto súper interesante, repleto de canciones como “Sin Meditar” o “Basura”, que conjugaban las típicas letras de amor con el uso de la ironía y, por qué no, el humor. Romanticismo y sutileza, pero también muchísimo rock y pop. De todo eso y más hablamos en esta entrevista llevada a cabo en un café de Avellaneda. Aquí también recorreremos las vicisitudes vitales de un músico talentoso, quien, además, revela su pasión por su actividad como comerciante de frutos secos; así como -no pocas veces- tuvo que arremangarse para seguir adelante, esquivando los escollos que se encontró en todos estos años de lindas canciones de amor demente y encantador.

ENTREVISTA: ¿Empezamos hablando un poco de tus inicios, tus influencias musicales?
La influencia más importante para que yo me dedicara a esto fue la de mi vieja. Ella fue quien me enseñó a tocar la guitarra. Cuando tenía cerca de 10 años me compraron una y empecé tocando la zamba "El Indio Muerto”; después saqué “Hey Jude”. En esa época, me gustaba tocar folclore. Hasta que un día mi vieja trajo el disco Help!, y cuando escuché a los Beatles fue como un ¡boom!... Lo mismo que les pasó a todos. Yo quería ser como ellos. Las armonías que hacían eran cómo un coro de ángeles para un pibe. Era algo nuevo. Y así empecé a buscar en el colegio primario algún nexo. Es decir, a alguien que le gustara lo mismo que a mí. Y en los actos escolares tocábamos temas de Los Gatos. Así empecé a interiorizarme de otras bandas de rock: Creedence Clearwater Revival, los Stones. Hasta que llegué a séptimo grado en donde escuché por primera vez a Almendra haciendo “Muchacha, Ojos de Papel” y me pasó lo mismo que cuando escuché por primera vez a los Beatles. Otra vez, sentí que esa música era algo totalmente angelical y distinto. Además, era la primera vez que algo hecho acá me rompía la cabeza.

¿Fuiste autodidacta en tu formación como músico?
Siempre fue orejero. Pero después medio que me dediqué a otra cosa. Ya de chico me puse a trabajar en “El Gato Negro”, un negocio familiar, en donde conocí a numerosas personalidades. Me acuerdo de verlos ahí a Manuel Mújica Laínez, Pescarmona, y Virgilio Expósito, con quien siempre hablábamos de música. Mi viejo era médico en SADAIC, y amigo de Homero Expósito. Y como yo seguía haciendo canciones y tocando, entonces, un día vamos a lo de Homero con mi guitarra. Así, llegamos a un estudio donde estaban además otros músicos, otros tangueros importantes. Y Homero me dice: A ver, tocá Y como yo de tango no sabía mucho, me animé a tocar delante de ellos casi sin vergüenza. Después de eso me pusieron un profesor de guitarra, y el propio Homero me dijo que me iba a enseñar a hacer buenas canciones. Así, junto a otros alumnos, empecé a estudiar con él. Homero era un profesor único ya que, además de enseñarte cómo hacer una canción, te contaba miles de anécdotas. Una vez le llevé una canción a medio hacer, y él la terminó. Así que tengo una canción compuesta a medias con él. Me acuerdo que yo había llegado con estos versos: Caminando sin cesar/ bajo la luna van ellos/ entre truenos y destellos/ buscando la libertad/ para ellos no hay edad/ ni época en que la encuentren… pero hasta ahí llegué, y él me dijo: Porque es preciso crear/ las cosas que más se sienten”. Y me dejó impactado porque me definió una estrofa con una poesía genial, de una, en un abrir y cerrar de ojos. Él siempre me decía: Vos tenés que poner 16 versos, porque más de 16 versos la gente no se banca”. A no ser que hagas “Pedro Navaja”, ¿no? Homero era un grande, uno de los más grandes compositores de música popular que hubo en Argentina. Un día me preguntó que músicos me gustaban y yo le nombré a Spinetta; y Homero me contó que una vez –siendo jurado de SADAIC- lo había bochado al Flaco, cuando éste fue a dar un examen como compositor: Pero después, cuando escuché la música que hacía, me arrepentí”. Toda una confesión la de Homero.

Y nada llamativa si pensamos que quizás “Naranjo en Flor” es casi un antecedente de la poesía spinettiana, si se quiere, por sus imágenes, su alto vuelo lírico…
Y sí, tal cual, algo de eso hay…

¿Estudiaste con él mucho tiempo?
No, sólo unos meses. Yo no quería ser músico de acompañamiento. A mí me interesaba poder hacer mis canciones y ni sé si quería trabajar de músico, en realidad. Prefería trabajar en el negocio familiar. Y cómo era sobrino del dueño iba ascendiendo rápidamente (se ríe) Terminé siendo Director, y viajando a Europa para conseguir las representaciones de las casas parisinas que les vendían alimentos a la realeza. Me divertía mucho porque para un pendejo eso era fascinante. Hasta que todo se empezó a pudrir en la empresa, societariamente. Entonces, como mis amigos siguieron haciendo música y siempre tocábamos temas de los Beatles y los Stones medio en chiste, medio en serio, en la época de la Guerra de Malvinas en Buenos Aires cuando se generó una movida de grupos nacionales, me dije: Esto no me lo puedo perder”, e hicimos un grupo que se llamó Los Argies (Argie: Apócope despectivo de la palabra "argentino" utilizado por los militares ingleses hacia los soldados enemigos durante la guerra) y como empezaba a venir más la onda musical new wave, empezamos a escuchar a The Police, Elvis Costello, el ska; se empezó a mezclar la música.

Justo, con la vuelta de la democracia, se vivía un momento de plena ebullición para la movida del rock de acá…
¿Y qué te parece? En esa época, el grupo under que más me gustaba era Alphonso S' Entrega. Pero yo tocaba en Los Argies. Un día, estábamos tocando en Electric y viene (Roberto) Pettinato y nos dice: “¿Puedo tocar con ustedes?” Yo sabía que él estaba en Sumo, pero estaba todo bien porque en esa época todos estábamos en la misma. Luca (Prodan), Pettinato, (Horacio) Fontova y Enrique Symns recorrían los pasillos del Café Einstein, y todos tocábamos en ese tipo de lugares. También estaba empezando Soda Stereo. Yo los vi por primera vez en el pub Zero, que habíamos inaugurado nosotros, Los Argies. Recuerdo que Daniel Melero nos había hecho los programas que se distribuían entre las mesas. Y en aquella oportunidad le pregunté al dueño quien tocaba y me dijo: “Soda Stereo, matan” Entonces me quedé y se llenó de gente. Fue impresionante. Cuando empezaron a sonar me levanté para ver cuántos eran, ¡y para mi sorpresa eran solo tres! Yo pensaba que eran cinco porque sonaban muy bien. Ese lugar no solo era nocturno, sino que también era un lugar de encuentro a cualquier hora del día. Yo tenía una canción que le había hecho al “Barrio Chino”, que tocaba con mi grupo, pero les gustaba a los pibes de Alphonso. Y un día Daniel Morano (guitarra y voz del grupo), con alguien más, vino a verme al (Bar) Einstein, y me comentó que les faltaba un guitarrista porque el de ellos se les había ido y me ofreció tocar con ellos. Yo sin dudar le dije que sí. Con lo cual les tuve que decir a Los Argies que me iba con Alphonso y la verdad no les causó mucha gracia.

¿Y ellos siguieron tocando?
No.

LA PARED LUMINOSA

Entonces, en el 83 empezás en Alphonso S´Entrega...
Sí, me encantaba tocar ahí sobre todo porque no tenía que estar al frente. Morano cantaba y yo tocaba la viola atrás. A pesar que eran delirantes estaban más profesionalizados. Durante ese año aprendí un montón. Nos fuimos de gira con Sumo. Hasta que el bajista se fue a la mierda tras haberle roto el auto a Daniel (Morano). Entonces, como no teníamos bajista y se venía un show en la semana, Daniel propuso a Rino (Rinaldo Rafanelli) y nos fuimos hasta su casa para pedirle que se uniera a nuestro grupo. Y él dijo que sí. Me acuerdo cuando Rino vino a vernos tocar y vio que éramos medios desastrosos, ni plomo teníamos. Los instrumentos y equipos los cargábamos e instalábamos nosotros mismos. Para Rino, acostumbrado a otro nivel de profesionalismo, eso no podía ser. Así que llamó a gente conocida de él y nos organizó el escenario. Lo cual fue muy bueno porque aprendimos un montón. Y ahí Alphonso pudo solidificarse en esa formación. Varias compañías nos llamaban para grabar, pero Morano se resistía porque quería seguir siendo under. Tocábamos en Badía & Cía. y Tinelli nos hacía entrevistas. Aparte Daniel tenía un programa en Radio Rivadavia. Justamente, ese programa (El tren fantasma) sería el precursor de lo que se hace ahora en las radios de rock. Por esos años, en esa radio de los Morano, podían pasar temas que duraban 25 minutos como “Close to the Edge” (de Yes) sin problemas. Algo inimaginable hoy en día. Bueno, seguimos así hasta que en el 86 terminamos grabando en Interdisc.

Una compañía discográfica que, en esos años, tenía a casi todos los números principales del rock nacional. Salvo Soda...
Sí, tenían un montón de artistas. Y se ve que les gustaba mucho “Barrio Chino” porque sacaron un simple que tenía esa canción de los dos lados. ¡Insólito! Yo les pregunté por qué y me dijeron: “Porque es el tema que más se escucha”. Ese primer disco tuvo la producción artística de Charly García, a quién yo pasaba a buscar con mi auto para ir a los Estudios Panda porque él no maneja. El viaje era un flash, me acuerdo que se me cruzaban los autos y le gritaban “¡Charly!” y las minas le mostraban las tetas. Charly estaba en un buen momento.

Sí, además estaba produciendo varios discos a la vez...
Claro, por eso a veces le agarraba la locura. Tal es así que no pudo seguir y dejó de producirnos. Por eso el disco al final lo terminó Carlos Villavicencio con Mario Breuer. Recuerdo mucho una anécdota de esas grabaciones, un día, cuando empecé a cantar “Barrio Chino” con mucha timidez, bastante nervioso, aunque la pecera del control estaba lejos; hasta que, de repente, cortan la música. Yo veía que Charly hablaba; y después viene (Marcelo) Pelater, que era el saxofonista, con mi guitarra y me dice: Dice Charly que te cuelgues la guitarra. Lo hice, y entendí el mensaje. Después vino Charly, me palmeó y me dijo: No te preocupes que a mí también me pasó”. La verdad que conmigo tenía re buena onda. Me invitó a su casa. (piensa) Homero Expósito me enseñó a hacer canciones, Charly a cantar, y Spinetta me invitó a tocar en su casa después de haberlo atendido en “El Gato Negro”. La verdad que todo es como un sueño y no lo puedo creer. Hasta toqué en River con Los Romeos, como soporte de Madonna. Volviendo a lo de Alphonso, sin dudas, fue la banda más divertida que tuve en mi vida. Después grabamos el segundo disco (El Paso, 1988) que es mucho más elaborado que el primero, aunque no más exitoso; y ahí se fue Rino.

Y en la actualidad, ¿qué relación tenés con una canción como “El Manisero”, que sigue sonando tanto en la radio?
A mí me encanta. Esa canción la amo. La compuse con Morano.

Y tiene esa parte que parece sacada de un bolero, cuando dice “el manisero se va...
Sí, esa parte la sumó Pelater. La estábamos sacando, improvisando. Entonces, yo empiezo a cantar, Morano pone acordes melosos de guitarra y en el final pasa Marcelo (Pelater), que tenía la voz finita, y dice (imitando el timbre de voz agudo) el manisero se va... (risas) Y así quedó. Él era un tipo muy noble. Pensar que se comió dos años en cana por proteger a su hermano.

¿Por qué?
Lo habían acusado de venderle porro a un menor pero había sido el hermano, no él. Sin embargo él no dijo nada. Incluso, una vez lo llamaron de Soda Stereo a tocar y él no se fue. Entonces yo le pregunté por qué no había ido, y me dijo (imitando el timbre de voz agudo) Y, porque no quería cagar a los pibes (risas). Ahora toca en el subte. No hay mucha gente como él. (Nota: Esta nota se realizó en 2012, Marcelo Pelater falleció en octubre de 2016)

¿Y cómo sigue la historia de Alphonso?
Después, cuando se empezó a desmembrar todo, entró a la banda Pablo Sbaraglia, que solo tenía 17 años, a tocar teclados. El, con nosotros empezó a descubrir la onda new wave. Le gustaban mis canciones y a mí también me interesó su inclusión en el grupo porque, la verdad, tenía mucho vuelo el pibe. Por eso, luego, nos dijimos: “Vamos a hacer un grupo nuevo”. Y ahí él tuvo la oportunidad de hacer sus propios temas, que tenían una onda algo más “optimista”. Empezamos a buscar diferentes músicos hasta dar con los que nos gustaban. Fuimos a la Bienal de Buenos Aires y llegamos a la final. Entonces, tuvimos que ponernos un nombre. Así nacieron Los Romeos. Más tarde, un día, yo me puse a tocar un tema en joda que era “Basura” y Pablo me dice: Dale, toquemos eso que está buenísimo”. Después, estábamos en un boliche de Belgrano y cayó una mina de Costa Rica (Clea Torres) que tocaba el saxo, y Pablo me dice porque no íbamos a casa y hacíamos el demo con arreglos de saxo. Y nos quedamos como hasta las seis de la mañana pero, al final, pudimos terminar el demo de “Basura”. Más tarde, me llama una mina y me dice: Yo quiero ser manager tuya”. Y bueno, yo dije “está bien”. Entonces le di unos casetes, y parece que la mina le dio uno a Bobby Flores. Él lo miró y lo tiró en una bolsa de repleta de casetes. Hasta que un día, cuenta Bobby, que estaba en un embotellamiento, re contra embolado, mete la mano en la bolsa, saca nuestro demo y empieza a escuchar: “Basura/ Miro tu mente y veo, basura...” Le sonaba a Alphonso pero sabía que no era. Bueno, cuestión que lo pasa por la Rock & Pop y dice: Quiero saber quiénes son estos pibes.Y ahí me empieza a sonar el teléfono para decirme que Bobby estaba pasando el tema por la Rock & Pop y quería saber quiénes eran los que tocaban. Entonces lo fuimos a ver. Y nos dijo hay que había que grabarlo. Finalmente, el demo llegó a los oídos de Daniel Grinbank. Luego, me llama Rino y me dice que nos había conseguido 100 horas en el Estudio Aguilar, una garcha de estudio que no tenía ni siquiera monitores, y en donde se grabada en 16 canales. Pero igual estaban grabando varios grupos ahí. Por ejemplo, estaba Melero produciendo a Los Brujos. Así que empezamos a grabar ahí hasta que vinieron de DG Discos y nos mudaron de estudio. Ahí nos vamos a grabar a Moebius, el lugar donde grababa Soda. Allí hubo un accidente con la cinta de 16 canales, que habíamos traído desde el Estudio Aguilar. Como había que pasarla a 24 (la cantidad de canales que había en Moebius), el ingeniero la puso en la grabadora pero se olvidó de ajustar el carrete y la cinta salió volando, y se enroscó en el suelo pero, por suerte, no le pasó nada. Así que le pusimos las voces y los caños a lo que ya teníamos grabado y volvieron a venir los enviados de Grinbank a decirnos que nos volvíamos a mudar de estudio, ahora a Panda. Era como que nos iban elevando el crédito, mudándonos, paulatinamente, de un estudio medio pelo a otros más equipados. Además, como la compañía estaba en expansión, tenían guita para gastar e invertían más plata en nuestra producción.

SIN MEDITAR: UN VIAJE DIRECTO A LAS ESTRELLAS

¿Ya los habían empezado a promocionar, o puesto a tocar en algún lado?
No, hasta ese momento, con Los Romeos, solo habíamos tocado en tres boliches. Cuando terminamos de grabar en Panda, sale el disco en diciembre; y nos ponen de teloneros de Simple Red en Obras. ¡Alucinante! Hasta jugamos al fútbol con el Colorado (Mick Hucknall), el cantante del grupo, que venía de Brasil y se había comprado toda la ropa del Flamengo. Para ese momento ya estaba tocando con nosotros Gringui Herrera, un capo que se toca todo en la guitarra. Luego, hicimos el video clip, nos llevaron al programa de Tinelli y nos hicieron firmar un contrato con Telefe; y tuvimos que tocar con Duran Duran en Córdoba, Tucumán y Rosario.

Todo pasó muy rápido…
Sí, tal cual. Pero Sbaraglia ya estaba medio resentido con el grupo. Como “Basura” había sido un súper hit, la compañía quería que el segundo corte del disco fuera “Sin Meditar”, otro tema mío; y Pablo no quería eso, quería que el segundo hit fuera algún tema de él. Tengamos en cuenta que yo había compuesto cuatro o cinco temas, y él ocho. Pero esa decisión no la manejábamos nosotros, había otros intereses en juego. Además, si yo tuviera que elegir qué tema la va a pegar te puedo asegurar que nos fundimos, porque nunca le pego…

Pero esa situación desemboca en la salida de Pablo del grupo…
Sí, él decide irse del grupo, luego de los dos shows que teníamos que hacer en River junto a Madonna. En ese show, antes de nosotros, estuvo Luciano Jr. haciendo rap, y le tiraron de todo al escenario. Volaban latas de cerveza, monedas… Yo vi eso y me dije: Mamma mía, lo que nos espera acá… Teníamos que enfrentar la situación de estar tocando de noche para 50.000 monos. Así que nos juntamos todos los del grupo, tipo jugadores de fútbol americano, y encaramos directo al escenario. Que fuera lo que Dios quisiera. Empezamos, hicimos los dos primeros tonos de “Voy a Dar Pelea” -¡justamente!-, y la gente se volvió loca. Y ya el segundo fue “Basura”. Ahí, directamente, nos amaron. Explotó el estadio, no se podía creer… Tocamos durante 25 minutos, y fue un flash extravagante. Bueno, ese fue el pico más alto del grupo, después todo empezó a caer.

¿Por qué? ¿Tuvo que ver con la salida de Sbaraglia o también hubo otros factores?
Lo de Sbaraglia fue como si se desquebrajara la columna vertebral del grupo, y cuando eso pasa es muy difícil continuar. En fin. Igual, hubo otras situaciones en ese momento que eran casi surrealistas. Por ejemplo, llegar a la puerta de un colegio, luego de aparecer en el programa de Tinelli, y que las chicas me rodearan, pidiéndome que tocara “Basura”. Esa “popularidad” no me gustaba mucho, yo quería salir huyendo de eso. A mí me encantaba que mi grupo fuera famoso, pero yo no. Yo soy una persona muy tranquila. Es lindo que te reconozcan, es casi como una droga; pero yo siempre fui consciente de que tenía que seguir adelante, haciendo nuevo material, y que esa fama se iba a terminar en algún momento, porque todo forma parte de un ciclo natural.

¿Ganaste buena guita en ese momento?
Sí, pero debía seguir haciendo mi laburo con las nueces, con las pasas de uva. La gente no entendía porque seguía trabajando en eso luego de aparecer en la tele. Se creían que uno por aparecer en TV gana un montón de guita, y eso no es verdad. Pero, aunque así fuera; podés ganar mucha plata –un tiempo- pero después, ¿qué hacés? Porque todo eso se termina. En mi vida siempre estuve yendo y viniendo, nunca pude vivir largo tiempo solo de la música. A mí me gusta mi trabajo con la fruta seca –algo que hice toda mi vida, desde chico-; lo otro, la vida del músico, es muy estresante. Además, nadie me contrataría para tocar con otra gente, porque yo hago canciones. Canto un poco, toco la guitarra; pero no podés estar haciendo, todo el tiempo, un hit atrás de otro. Quizás, eso lo pueda hacer Calamaro pero no hay muchos más. Yo podía ser medio bohemio, o qué sé yo, pero siempre por detrás estaban mi hija, mi familia. Siempre tenía que tener ingresos, estar en movimiento, no podía hacerme el loco y desentenderme de mis obligaciones. Eso lo tengo bien en claro.

¿Nunca se te ocurrió componer temas para otros artistas?
Nadie me propuso nada. Igual, hice algunas cosas. Compuse una canción para el programa Las Patas de la Mentira (junto al documentalista Miguel Rodríguez Arias), y ahora tengo que hacer otra para otro programa. Sin embargo, estos son trabajos que los hago más por placer que por plata, porque, además, ni siquiera te pagan mucho. No voy a comprar un auto con lo que saque de ahí, o una casa… Aparte, cuando gané buena guita con “Basura”, no la guardé, la reventé rápidamente porque, en otro momento, hubiera pagado para estar ahí, y por eso me parecía irreal que me pagaran esa plata a mí… Los grupos en que estuve siempre fueron un poco delirantes y no tuvieron toda la fortuna que tuvieron otros para mantenerse.

¿Cuál es tu explicación de porqué no pasó eso?
Creo que tiene que ver con cómo encara uno las cosas. Yo tenía dos vetas: mi trabajo comercial y mi labor como músico. Y como dice el dicho: “El que mucho abarca, poco aprieta”. Fueron muchos factores. Si hubiera tenido solo la música como sostén creo que me hubiera movido más en ese ámbito, escarbando y buscando mi lugar. Es como que la necesidad te hace. No es fácil. Además, hay tipos más carismáticos que se mueven muy bien sobre el escenario y a mí no me gusta eso…

Pero la historia de Los Romeos no se terminó ahí…
No, luego grabamos un segundo disco, Tirame un Salvavidas, que está buenísimo, pero no tuvo éxito. Además se fundió DG Discos, y eso también, quiérase o no, influyó. Así que el disco no tuvo difusión y, por supuesto, ya sabíamos que no nos iban a grabar otro álbum. Por eso, aunque luego fuimos a MTV en Miami, yo ya sabía que eso eran los últimos coletazos, que era una situación próxima a terminar y que había que aprovecharla bien.

SATISFACIENDO MI ALMA

¿Y cómo sigue tu historia musical?
Luego de un tiempo empecé a tocar en un grupo de música electrónica llamado Electronido y luego me agarró una malaria económica tremenda en el 2000. En ese momento perdí todo, me fui al tacho, no tenía ni para el colectivo… Estaba muy mal, caído anímicamente. Entonces, hasta mis propios acreedores me decían: ¿Por qué, mejor, no te dedicas a la música; que es lo que mejor sabés hacer?”. Así volví…

¿Y cómo?
Porque ahí apareció Juan Rodríguez, el legendario baterista. Junto a él y los dos pibes que me habían acompañado en Electronido me junté a tocar y empezó a sonar muy bien lo que hacíamos. Cuando Juan se tuvo que ir a hacer otra cosa, nos dejó como reemplazante a (Oscar) Moro, ¡nada menos! Al principio, Moro no daba pie con bola porque estaba mal. Venía de estar enfermo, medicado; pero cuando comenzó a engancharse se armó una gran banda. Era alucinante, lo que pasaba es que Moro estaba re loco. En resumen, yo estaba loco, Moro estaba más loco, y, sin embargo, ¡la cosa funcionaba! Eso me inspiró a seguir. Debido a eso, por esa época empiezo a componer las canciones que luego formarían parte de Pasaporte (2006), el último disco de Los Romeos.

¿Esa vuelta al disco como se dio?
Porque apareció en escena Sergio Scharaer, quien había sido el primer manager de Los Abuelos de la Nada. Él se acercó a nuestro grupo porque aún estaba tocando Moro con nosotros, y le encantó lo que estábamos haciendo. Luego Moro se fue pero Sergio igual puso la plata para que nosotros grabáramos Pasaporte, en 2004; otra vez con Juan Rodríguez en batería y Carlos Gardellini en guitarra. Ese disco quedó buenísimo y creo que es uno de los que más me gusta de todos los que hice. Tiene una cosa medio “setentosa”. Pasaporte es un álbum con un sonido único, re personal. Eso, quizás, se deba a la forma de tocar la batería de Juan Rodríguez, quien nos inspiró a realizar esa música. Lamentablemente, como fue una producción independiente, tardó demasiado tiempo en salir. Después de hacer eso me contacté de vuelta con Gustavo Virgilio, que era el baterista original de Los Romeos. Así, él volvió al grupo y ahora tenemos un estudio juntos, en donde estamos grabando algunas cositas, además de tocar en un local que Gustavo puso que se llama “Lo de Virgilio”. En eso estoy ahora, por un lado sigo con mi actividad relacionada a los frutos secos, al frente de una distribuidora que se llama Marrakesh, y por otro estoy haciendo música. Esas dos actividades son mi vida y me encantan.

¿Y ahora mismo estás grabando un nuevo álbum?
Sí, estamos grabando el disco sucesor de Pasaporte. Por otro lado, también me estoy juntando a tocar, a ensayar con los chicos de Alphonso S´Entrega, con su formación original. Ojo, por ahí, volvemos… (risas) Tocar con ellos me encanta, me hace cagar de risa.

Hablando de eso, ¿a qué músicos considerás tus amigos?
Sin dudas, primero a todos mis compañeros de Alphonso y Los Romeos; también a Rino, quien es como mi hermano mayor de la música, ya que estuvo un montón de años conmigo y me enseñó un montón de códigos, de yeites. También, Carlos Gardellini, Gady (Pampillón) –quien llegó a formar parte de Los Romeos, durante algún tiempo-, o Juan Rodríguez. Bueno, obvio, Hilda Lizarazu, a quien conozco de toda la vida porque es mi hermanastra. Nuestros viejos están casados: mi mamá con el padre de ella. Hilda cantó en Alphonso, hizo voces en Los Romeos; y yo también colaboré con ella. Justamente, Pasaporte nació de un trabajo que hice con ella, cuando fuimos con Los Romeos a acompañarla para grabar un par de temas suyos, que después formarían parte de su disco Gabinete de Curiosidades.

¿Qué música escuchás?
Me gusta mucho escuchar discos mientras estoy cocinando. Qué sé yo, escucho de todo; desde Amy Winehouse a Steely Dan; pasando por los Conciertos Branderburgueses de Bach; blues, cosas de B.B. King, Rick Derringer; o algo de (John) Coltrane, jazz viejo de los 60…

¿Del rock nacional actual te gusta algo?
No, la verdad que me aparto un poco, porque no me gusta mucho, no me conmueve nada. Yo me fijo mucho en las letras, y como ahora son medio facilongas no me llaman la atención. A lo mejor siempre fue así y no me daba cuenta, no sé. No encuentro nada que me interese, lamentablemente. Pero quizás sea porque ya estoy viejo… Una de las poquitas cosas que me gustan son Los Cafres, un grupo que ha mejorado un montón. Me encanta lo que están haciendo ahora.

¿Cuál es tu relación con las guitarras, tenés alguna preferida?
Soy muy fanático de las guitarras, me gustan mucho, tanto como los autos. Además, tuve un montón: Stratocaster, Telecaster, Les Paul, Gibson 347, Gibson Chet Atkins, Epiphone, Yahama, Hammer, Ibanez… Siempre fui cambiando y vendiendo mis guitarras; pero si tengo que elegir una como mi preferida, esa sería, sin dudas, la Fender Telecaster. Sin embargo, es la más difícil. Es medio salvaje la Telecaster; no es una guitarra fácil de tocar. Uno tiene que ir domándola, creándole un sonido; porque, a la vez, es una guitarra sin complicaciones, simple. Si vos, en cambio, agarrás una Les Paul y le metes un acorde, suena como si fuera un piano (sic). El touch que tiene la Les Paul es increíble, con su hermoso diapasón, ese diseño, las cuerdas… Sin dudas, es una guitarra inigualable, impacta. Pero, en cambio, como la Telecaster es más chica –aunque tenga un sonido más indomable- me viene bárbara a mí, porque yo tengo una contextura física chica.

¡La misma Telecaster que le dio nombre a uno de los temas del primer disco de Alphonso! Igual, supongo que componés con la criolla…
Tal cual, tengo una criolla con la que compuse casi todos mis temas. Es casi mi cabala componer con esa guitarra.

¿Qué componés primero, la música o la letra?
La música, primero. Cuando te sale primero la letra, ya es más difícil. A veces compongo en mi auto, muchas de mis canciones, las letras, las hice ahí. En resumen, primero agarro la guitarra y empiezo a sacar tonos nuevos, y con esos tonos hago la música que se va quedando grabada en mi cabeza. A esa música luego le pongo letra. Hay letras, como la de “Basura”, que las hice en 10 minutos. Esa la compuse medio en joda para mandársela, en un casete con otras, a un primo mío que estaba viviendo en Europa. Y la hicimos así, zapando toda la letra de una, basada en un bolero que en un momento de su letra decía “basura”.

¿Qué canción de otro te hubiese gustado haber compuesto vos?
Qué sé yo, varias… Alguna de Calamaro. (Tararea) Esa que dice lo de tu pelo enredado” (se refiere a “Para No Olvidar”, del disco Palabras Más, Palabras Menos de Los Rodríguez, editado en 1995). Me encanta esa canción.

Lo que se llamaría: “La canción pop perfecta…”
Sí, tal cual. Ese tema está muy bien, y, dentro de mis posibilidades compositivas, es algo que yo podría haber hecho. Por supuesto, me hubiera gustado componer alguna canción de (Joaquín) Sabina, pero eso ya escapa de mis posibilidades… (risas)

(Nota: Esta entrevista fue realizada en enero de 2012, luego de eso, Los Romeos publicaron dos EP: Mentira! (2012) y Selfie (2015)

Emiliano Acevedo



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