viernes, 11 de agosto de 2017

GUSTAVO CERATI, Amor Amarillo: Mágica introspección…



El 1 de noviembre de 1993, en medio de un impasse de Soda Stereo, cuando el futuro del grupo era incierto, Gustavo Cerati aprovechó para editar Amor Amarillo, su primer álbum solista. Una colección de canciones intimistas e introspectivas que poco tenían que ver con el “sonido Soda”.

En este álbum Cerati quiso reflejar los cambios que se habían producido en su vida personal. Por esa época él se había casado con la modelo chilena Cecilia Amenábar, con quien estaba esperando un hijo mientras el álbum era grabado. Justamente, en “Te llevo para que me lleves”, el primer corte de difusión de Amor Amarillo, Cecilia y Gustavo cantaban juntos, y la canción reflejaba la onda positiva que impregnaba casi todo el disco. También en el videoclip de “Te llevo para que me lleves” se la podía ver a Amenábar con un avanzado estado de embarazo, y en un momento del video la pareja aparecía dentro de una habitación con juguetes infantiles, semejando la habitación de un bebé y al final de la canción se sentaban en el suelo como para jugar.

Sin dudas, la presencia de Amenábar en el videoclip reflejaba la voluntad de Cerati de querer salirse un poco del contexto monstruoso en que se había convertido Soda Stereo. Esto también se notaba en temas como “Rombos” o “A merced”, en los que también lo acompañaba su esposa. Mientras que en “Amor Amarillo”, “Lisa” o “Cabeza de Medusa”, con bases casi acústicas, Gustavo daba rienda suelta a su vocación cancionera, sin temor a escribir lindas canciones pop sin ninguna pretensión de profundidad lírica.

Según declaró el músico en una entrevista a la revista Rolling Stone este “fue un disco muy ligado a la panza de mi mujer. Necesitaba estar en un lugar tranquilo, romper con la velocidad de las giras y todo eso. Paré la pelota porque quería observar la situación y disfrutar de ese amor con proyección de futuro. Después, cuando me vine a Buenos Aires a grabar esos temas que había compuesto en el living del departamentito que compartía con Cecilia en Santiago, tuve una de esas ideas desorbitadas –muy propias de Soda- de hacer todo a lo grande. Pero ese rumbo no me gustó nada y volví a lo chiquito. Pensé: demos. Y Amor Amarillo fue eso, nomás: los demos. Bien cantados y tocados, pero demos al fin. Por eso mantuvo el clima intimo hasta el final”.

Por algo no es casual que Amor Amarillo haya terminado siendo un álbum delicado, luminoso e introspectivo, ya que como bien explicaba Cerati, fue compuesto en la intimidad de la casa que habitaba en Santiago de Chile junto a Amenábar. El disco también terminaría siendo grabado casi en forma íntegra por Gustavo, quien toco prácticamente todos los instrumentos, aunque contó con la colaboración de Zeta Bosio (que tocó un poco de teclados, percusión y bajo; además de dar una mano en la producción) y Tweety González (quien asistió a Cerati en lo que tenía que ver con la programación y la edición de audio). En sí, gran parte del sonido del álbum se centraba en capas de múltiples guitarras, aunque también se podían apreciar experimentos sonoros de música electrónica en canciones como “Pulsar.” A ésta se la podría considerar como uno de los temas más experimentales del disco ya que tiene como base musical a un sampler, en este caso del instrumental “Sirius” de The Alan Parsons Project, que formaba parte del disco Eye in the Sky de 1982, y que luego también se convertiría en el leitmotiv musical que anunciaba la entrada al estadio de los Chicago Bulls, durante su época dorada en los 90 de la mano de Michael Jordan y Cía. Con respecto al uso del sampler, este instrumento electrónico ya había sido utilizado por Cerati durante la grabación de Colores Santos (el álbum que grabó a dúo con Daniel Melero a principios de 1992) y luego en Dynamo (de Soda Stereo, también editado en 1992). Esto no fue casual ya que desde siempre Cerati mostró su afinidad hacía la música electrónica. Un gusto que lo acompañaría en varios proyectos musicales futuros como Plan V (1996) o Roken (2003). Sin embargo, a pesar de su carácter experimental, “Pulsar” se convertiría en una de las canciones más populares y favoritas de los fans del músico e infaltable en sus conciertos.

De cualquier forma, Amor Amarillo no fue un disco tan experimental como Dynamo o Colores Santos, y a pesar de desmarcarse del sonido de éstos, había un poco del espíritu de esos dos discos en “Avenida Alcorta”, una canción que tranquilamente podría haber formado parte de un disco de Soda, y que anticiparía la producción futura del grupo durante su última etapa, a partir de la edición de Sueño Stereo (1995). La letra de la canción hacía referencia a la distancia que separaba en esa época a Cerati de Buenos Aires, debido a que el músico se encontraba radicado en Chile. Por supuesto que tenía que ver con la coqueta avenida Alcorta porteña, pero también con la comuna de Providencia, ubicada en la capital del país trasandino. Sin dudas, un tema nostálgico y casi “tanguero” –de ahí eso de “Avenida Alcorta, cicatriz…”- en donde Cerati recordaba a su tierra, a los lugares que había amado y que había abandonado temporalmente para poder estar al lado de su mujer.

Otro de los puntos altos del álbum era el cover de “Bajan”, un tema de Luis Alberto Spinetta que formaba parte de Artaud (1973), uno de los mejores álbumes de toda la historia del rock argentino. La inclusión de esta canción por parte de Cerati se debió a la confesa admiración incondicional que le profesaba a Spinetta, además de que sentía que buena parte del carácter íntimo que había estado presente en Artaud se vinculaba con el espíritu musical de Amor Amarillo. Más tarde, en marzo de 2007, Cerati invitaría a Spinetta a tocar “Bajan” en un concierto multitudinario al aire libre en Palermo, durante la presentación de su exitoso álbum Ahí Vamos. En 2009, sería Spinetta el que convocaría a Cerati para que interpretaran juntos dos temas de Artaud para incluirlos en el recital histórico conmemorativo Spinetta y las Bandas Eternas en el que el mítico músico repasó toda su obra; uno de esos temas fue “Bajan”, cantada junto a Cerati –con el que también interpretó “Té para tres” de Soda-, en tanto que el otro tema elegido por el Flaco en esa recordada noche fue “Cementerio Club”, otro de los preferidos de Cerati, quien ya había interpretado su inmortal solo justamente en la versión de “Té para tres” realizada en el unplugged de Soda en 1996.

Volviendo a esta recorrida por Amor Amarillo, “Rombos” era una de sus canciones más experimentales, en especial por su estilo inusual en donde su corta letra tiene bastante poca incidencia. Recién casi a los dos minutos de canción canta Cerati, utilizando un efecto similar al de un megáfono.

Así llegamos el final del disco con la bella “A merced”, otra dulce canción que hablaba del amor que unía a Cerati con Amenábar. Un tema que se iba en fade, pero que no era el último incluido en el álbum, ya que luego de 33 segundos de silencio (y no casualmente 33 era la edad que tenía Gustavo cuando grabó el disco), llegaba “Torteval”, un track fantasma instrumental, que no era más que otro experimento de música electrónica a partir de un par de grabaciones aleatorias unidas por múltiples samplers y un par de melodías trance de guitarra.

Aunque el álbum fue muy aplaudido por la crítica y bien acogido por el público, rápidamente se notó que no iba a ser un éxito de ventas, y por este motivo no tardaría en caer en las bateas de las ofertas de las disquerías, por más que varias de sus canciones habían sido muy difundidas por la radio y en los clips en la tv. Recién luego de la separación de Soda en 1997, y en especial con la edición del superlativo Bocanada de 1999, Gustavo vería como su carrera solista empezaba a dar frutos. Justamente, varios años después, a principios de los 2000, Cerati comentaba en una entrevista dada a la Revista Viva del Diario Clarín que una vez vio a Amor Amarillo en una disquería al módico precio de $5, y como le dio vergüenza lo compró…

Extrañas paradojas de la vida de un músico tan exitoso. Sin embargo, podemos decir que Amor Amarillo envejeció bien. Seguramente no se encuentra entre lo más destacado de la producción de Cerati, pero vale la pena seguir escuchándolo, porque en este álbum, sin dudas, también se puede apreciar la veta poética y musical, exquisita y sutil, de uno de los más grandes artistas del rock latinoamericano de todas las épocas…

E. A.



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