sábado, 3 de junio de 2017

SUPERTRAMP, Even in the Quietest Moments: La obra más sinfónica de los vagabundos...



Sin dudas, Even in the Quietest Moments (editado en abril de 1977) fue uno de los álbumes más inspirados y complejos realizados por Supertramp en toda su historia. Para desentrañar el proceso de grabación de esta obra, es necesario retroceder hasta su comienzo. Ya que, buscando un nuevo sonido, el grupo se dirigió a los famosos estudios Caribou Ranch de Colorado, Estados Unidos. Este también fue el primer trabajo de Supertramp en el que participó el ingeniero Peter Henderson, quien trabajó con el grupo durante sus tres siguientes discos.

Por supuesto, esta grabación fue una experiencia totalmente nueva para la banda, luego de editar los exitosos Crime of the Century (1974) y Crisis?, What Crisis? (1975). Sin embargo no a todos les gustaba demasiado la idea de vivir en cabañas durante el frío invierno, mientras registraban el álbum. Como recordaba uno de sus líderes, el vocalista, tecladista y guitarrista Roger Hodgson: “Me gusta comparar la experiencia de hacer discos con la de tener un bebé. Porque en ambas experiencias uno pasa por determinados procesos que terminan siendo bastante similares, vinculados a la concepción, la dificultad, el dolor y la entrega… Además, tú no sabes cómo va a ser el bebé hasta que éste sale a la luz. En el caso de Quietest Moments el proceso fue difícil. Tuvimos que pasar mucho tiempo en Caribou; dos o tres meses. Y a todos nos agarró la llamada Fiebre de las Cabañas. Incluso yo, que amo el campo y las montañas, estuve cerca de volverme loco. Sin dudas, este fue uno más de tantos desafíos a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra carrera como grupo.”

El baterista Bob Siebenberg recuerda que los integrantes de Supertramp experimentaron un montón de cosas para obtener sonidos innovadores: “Aun me parece ver a Roger parado en el ascensor de Caribou. Estaba allí para captar una resonancia perfecta de su guitarra acústica en “Give a Little Bit”. Me acuerdo que estaban poniendo los micrófonos y los cables y entonces cerraron las puertas. La cinta empezó a girar, Roger tocó y yo hice mi parte escuchándolo en mis auriculares mientras tocábamos juntos.”

Otras de las anécdotas de Bob se relaciona con la falta de oxígeno del lugar: “El aire es muy liviano en Caribou, por eso tienen tanques de oxígeno por todas partes. Recuerdo haber visto a Roger una vez cantando acostado boca arriba. Entremedio de las tomas de esa  grabación, él tuvo que tomar una buena cantidad de aire tan solo para poder continuar.”

Quizás debido a estas complicaciones de la locación de grabación (que también inspiraron la aparentemente nevada y calma tapa con el piano "roto"...), los músicos luego se fueron a terminar las sobregrabaciones y mezclas del disco al Record Plant de Los Angeles. Allí, “en un sesión”, como cuenta el saxofonista John Helliwell, “trajeron una de las mejores orquestas disponibles para grabar en “Fool´s Overture”. Y los músicos de la orquesta se sorprendieron mucho cuando les dijimos que solo queríamos grabarlos mientras afinaban los instrumentos. También llevamos a todos nuestros amigos a cantar en los coros de “From Now On” y ellos no podían cantar ni una nota”. Fue una situación embarazosa. El bajista Dougie Thomson  se acuerda muy bien de este momento anecdótico: “Esa fue una de las pocas veces en que vi a John volverse loco. En un momento él se dio vuelta y me dijo: “¿por qué estos bastardos no pueden cantar afinados?”

Como obra terminada, Even in the Quietest Moments, conformará el punto intermedio entre la labor británica de Supertramp y su  espaldarazo definitivo hacia el mercado discográfico norteamericano, algo que conseguirían con el éxito masivo de Breakfast in America (1979) y (el álbum en vivo) Paris (1980); antes de que Hodgson y el  tecladista y vocalista Rick Davies, sus dos líderes creativos, se empezaran a tirar los platos por la cabeza, en una de las batallas de egos más grandes que se hayan visto en el rock, desde la de Lennon y McCartney.

Pero, antes de que ocurriera eso, el tándem Hodgson-Davies tendría tiempo de dar forma al extraordinario repertorio incluido aquí en este álbum de 1977, sin dudas uno de los momentos más progresivos del grupo. Repasémoslo:

Even in the Quietest Moments arrancaba con el melódico “Give a Little Bit”, un gran clásico de la banda, con su sabor acústico, en donde Hodgson se luce con una performance perfecta. Sin dudas, era la canción ideal para empezar este álbum. “Lover Boy”, por el contrario, era un tema irónico, pero muy querible; una grandísima performance de Davies, quien nos regala una creación con fuerza, humor y calidad. A propósito, Rick comentó: “Me inspiré en anuncios de revistas de hombres que te decían cómo conquistar a las mujeres. Si no te has acostado con al menos cinco mujeres en dos semanas, te podemos devolver tu dinero”.

“Even in the Quietest Moments” era otra soberbia creación de Hodgson, quien parecía estar batiéndose en un auténtico duelo creativo con Davies, en un "face to face" impresionante, en el que -cada uno por su lado- creaban una canción mejor que otra. La mayor parte de esta canción fue escrita durante una prueba de sonido para un concierto en Copenhague. Davies y Hodgson trabajaron las distintas partes de la canción con Hodgson sentado en un sintetizador Oberheim y con Davies tocando la batería. Sin dudas, esta canción es un ejemplo paradigmático de la siempre curiosa y heterodoxa  relación creativa de estos dos compositores, centrales en la trayectoria de Supertramp, porque aunque casi nunca compusieron juntos, no se dejaban de tirar ideas y arreglos, mutuamente. A propósito de este tema, Davies comentó sobre la música del tema: “Comienza con una melodía muy estándar y luego entalla en una especie de progresión de un solo acorde o quizás deberíamos llamarlo una digresión. Es algo donde hay cientos de sonidos que entran y salen, una especie de collage”. Sobre la letra, Hodgson aseguró: “Es una especie de canción de amor dual. Podía ser para una mujer o para Dios”.


Pero, aún faltaba lo mejor... Por ejemplo, “Downstream”, una hermosísima canción, plena de melancolía, que hablaba de los primeros tiempos de enamoramiento de dos personas que están empezando una relación, y tienen un poco de miedo, pero también mucha esperanza; Davies la cantaba solo en el piano, en una única toma que crea el perfecto clima que la historia de su canción reclamaba. Siebenberg describió la canción como su favorita en el álbum “porque es muy personal y muy pura”.  

En “Babaji” -otro gran tema de la dupla- el ritmo y la música empiezan lentos y toman ritmo al final. Sin embargo, nada es comparable a la extraordinaria complejidad musical desarrollada en la parte final del disco; primero con “From Now On”, en donde -como si no fuera suficiente con lo ya producido a lo largo del disco- Supertramp nos entrega otra canción impresionante que contiene una letra no recomendable para aquellas almas sensibles que se deprimen en los atardeceres dominicales –ante la inminencia del lunes y las obligaciones laborales-; aquí, el solo de saxo de Halliwell es inolvidable. En este punto hay que señalar que este el único trabajo de Supertramp en el que ninguna canción contó con un piano eléctrico Wurlitzer, instrumento característico de los discos anteriores. No obstante, la canción “From Now On” incluyó un Fender Rhodes en la sección intermedia.

Y así llegamos al final con tutti con “Fool's Overture” (que arranca con la grabación de un discurso de Winston Churchill), tema que tuvo como título provisional “The String Machine Epic”, y que según John Helliwell, “surgió principalmente de unas pocas melodías en las que Roger había trabajado con la máquina de cuerdas que usábamos en el escenario”. Esta canción larguísima seguramente es, junto con “School", uno de las más progresivos que haya grabado Supertramp en toda su historia; además de contener elementos musicales que lo convierten casi en una mini suite; y la mejor forma de cerrar un disco superlativo.

E. A.

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