miércoles, 26 de octubre de 2016

HERMANADO CON EL BLUES...: Entrevista a Gabriel Delta



Un verdadero embajador de nuestra música, Gabriel Delta es un artista con mayúscula. Un artista inquieto, casi un antropólogo del blues, que se sumerge en lo más profundo de esa música que se cuece en el Mississippi. Radicado hace más de una década en Italia, este fino guitarrista y compositor, hace docencia y practica; y en el medio va dejando obra para que la escuche su público gustoso. De todo eso habló en este concierto interactivo que dio en la Escuela de Blues. Una charla en la que dejó constancia de sus casi 30 años de trayectoria profesional, sus devenires por la movida blusera local histórica de los 90 (con los Delta Blues), su paso por los principales festivales internacionales del género, y de su esperado show en el Velma Café, el próximo domingo 30 de octubre.

Aquí está Gabriel Delta en primera persona, entrevistado por Mariano Nievas (conductor del programa El Jardín de los Presentes, que sale al aire por FM Zoe 107.1, todos los jueves a las 21). Agradecemos a Sandra Vázquez Producciones por la invitación a este encuentro inolvidable.

ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios?
Empecé escuchando un disco de B.B. King que compré en una disquería de mi barrio. Me volvió loco, así que, rápidamente, busqué a alguien que me enseñara a tocar de ese modo. Y llegué a Botafogo. Él me hizo conocer todo un mundo de sonidos y de cosas vinculadas a esta música, el blues. Y de ahí no salí más… Todo el tiempo tocando, estudiando, investigando…

Y de ahí también fuiste parte de una camada de músicos en los 90, que incluía a los Delta Blues…
Tal cual, éramos todos músicos que arrancábamos a tocar: Los Delta, La Mississippi King Size, La Petrolera… Era un momento bastante particular. Entrar al Samovar de Rasputín era una cosa increíble; jueves, viernes, sábado y domingo, siempre lleno… Y venían todos a tocar, venia Moris, Pajarito Zaguri, Pinchevsky, el Negro Alejandro Medina, Pappo… Es un momento que tengo muy presente en mi corazón porque fue muy fuerte.

Claro, también que el blues en Argentina haya dejado de ser un gueto aislado, ganando masividad, tiene que ver con esta etapa de los años 90 que vos contás…
Los 90 fueron muy importantes. Aparte, del 92 en adelante fue una apertura al blues internacional. Así, empezaron a venir todos, un montón de figuras como B.B. King, Albert King, Albert Collins, James Cotton, Jimmy Rogers… Fue una cascada de gente que nos permitió estar en contacto con el blues verdadero, ¿no? Por supuesto, eso fue muy positivo, pero también tuvo una parte muy negativa, ya que destruyó, de algún modo, lo que era el movimiento de blues local…

Justamente, a partir del 2003, te vas a Europa, en donde comenzás la segunda etapa de tu carrera. ¿Cómo te decidís a dar ese paso?
Sí, me fui de una, sin que nadie me llamara. Me fui a probar suerte allá. No me esperaba nadie, ninguno me llamó; así que, verdaderamente, fue un volver a empezar. Con toda la experiencia de haber tocado acá, pero empezando de cero. Por supuesto, había pasado por Chicago, había estado presentando un disco en el Festival de Blues de ahí, y toda esa experiencia fue la que “metí en la valija” al momento de irme a laburar a Europa. Y me fui a Italia, un lugar medio extraño para ir, en donde no me podía agarrar ni de una lengua en común –como sería el caso de España-; no sabía italiano, y en Italia era todo completamente distinto, pero me animé y arranqué con esta nueva etapa…

Ya que lo mencionás, y como estuviste hace muy poco, ¿cómo es la experiencia de tocar en el Chicago Blues Festival?
En los últimos dos años estoy trabajando con una agencia de management que hace tours de artistas, y ellos tienen una relación muy interesante con Fernando Jones, un músico de Chicago que lleva adelante The Blues Kids Foundation, una escuela de blues muy grande. Gracias a esta relación, se abrió la posibilidad de tocar allí este año, durante los tres días del Festival. Fue una experiencia maravillosa. Si bien ya había estado en Chicago hace quince años, esta vez pude disfrutarlo mucho más, viviendo un montón de cosas desde adentro…

Y es que Chicago es la capital mundial del blues, sin ninguna duda…
Sigue siendo el Festival más importante del blues. No nos olvidemos que, durante 60 años, Chicago fue el punto de llegada obligatorio de todos los bluesmen, y ahí fue donde nació todo lo que conocemos: Chess Records, los locales…

¿Cómo es el panorama actual del blues a nivel mundial? ¿Existe el under también?
Sí, hay mucho. Allá existe la European Blues Union, una asociación que nuclea festivales, agencias, discográficas y los grupos. Ellos crearon estas especies de Challenges, un poco como lo hacen en Memphis, en donde se compite y demás. Hace seis años que están funcionando, y cada año se hace en un país distinto. Ahí, en cada uno de esos eventos, te podés encontrar con el panorama blusero europeo. Un panorama bien fuerte, porque ellos tienen una tradición muy grande, después de tantos años.

¿Y estás al tanto de lo que pasa con la escena del blues en Argentina?
Sí, estoy siempre en contacto con varios amigos, me escribo bastante seguido con ellos. Soy muy curioso y siempre estoy al tanto de que discos salen y cómo les va. A mí me gusta el éxito de los demás. Porque si los demás hacen, y pueden hacerlo, quiere decir que vos también tenés más posibilidades de hacer lo tuyo. Por eso es que nunca me presenté a estos Challenges de blues de los que hablábamos antes,  porque nunca consideré la vida musical como una competición. Porque, aunque sea un meeting, un encuentro fantástico con un montón de gente que está en la misma que vos, a mí no me interesa competir contra nadie. La música no es un deporte, no me interesa ganarle a un grupo ruso de blues. Si me hubiese interesado hacer algo para ganarle a alguien, me hubiese dedicado al tenis, no a la música…

Hablemos un poco de tu método de composición, ¿cómo ensamblás música y letra?
Como viene. No tengo una disciplina al respecto. Hay momentos en que escribís un montón y estás lleno de ideas y otros de vacío total. Entonces uno escucha, toca, se divierte, aprende, estudia…

Y al manejar tanto castellano como italiano, ¿Cómo te manejás con las letras?
En italiano no compongo nada. Hay canciones que rinden mucho en castellano y otras en inglés, y eso no es algo que me preocupe. En realidad, más allá de la lengua que se utilice al componer, lo que prima es el concepto: la melodía, la armonía y el ritmo. Entonces, si la línea melódica existe, la lengua no es importante.

¿Cómo fue el proceso de grabación de tu último disco, Brothers?
Fue una coproducción con Paolo Baltaro, y él viene de un mundo completamente distinto al mío, viene del rock progresivo, que tiene otra sonoridad, bien británica. Ya había grabado con él, anteriormente, pero esta es la primera vez en que también se encarga de la producción conmigo. Eso estuvo buenísimo, porque el disco quedó bien potente, y además me hizo aprender a trabajar de un modo distinto. Antes, hacía las canciones, las trabajábamos en la sala, entrabamos al estudio, prendíamos las máquinas y grabábamos; en cambio ahora trabajé a su manera…

¿Son distintos tus discos entre sí o crees que hay una continuidad?
No, son distintos. Los discos son como fotografías, instantáneas de un momento creativo determinado. Lógicamente, te lo podés permitir si no estás metido en la parte comercial de la música, ¿no? Si hiciste un hit, o algún disco que funcionó, eso después, seguramente, puede originar ciertas expectativas sobre tus futuros trabajos. Por ejemplo, a Clapton en todos los discos le piden un nuevo “Layla”… En esos casos debe ser más difícil, supongo…

Y hablando de eso, ¿los “Layla” se pueden construir con un método?
Mirá, al respecto de eso que preguntás, tuve una experiencia muy linda ya que pude conocer a Eddie Kramer, el histórico técnico de grabación que trabajó con Jimi Hendrix, Led Zeppelin, Carlos Santana, Eric Clapton… El tipo que está en la consola, que graba a estos personajes. Kramer me contó que en esos discos no hay nada improvisado, que todos esos tipos laburan las canciones. Después, claro, cuando los ves en vivo suenan igual que en el disco, porque ya pensaron todo el trabajo antes. No es que llegan al estudio, se fuman un faso, toman un whisky, y ahí recién se ponen a grabar… No, no, eso es un mito, los tipos realmente laburan sus canciones, laburan los solos y demás, y una vez que la canción tiene su identidad la plasman. Así que hay que sentarse, hay que buscar. La composición es muy importante, hay que buscar el modo en que la canción pueda rendir más.

¿Hubo músicos invitados en el disco?
No, ni siquiera hubo una banda formada para grabarlo. Paolo se metió a tocar los bajos, llamamos a un pianista, después  vinieron los que tocaron vientos –a los que les hicimos los arreglos que tocaron-, luego llamamos a un armonicista para que venga a tocar en dos temas, también llamamos a una corista para unos coros en ciertos temas… Escuchando lo que íbamos haciendo, veíamos que cosa estaba bien para implementar en cada canción, y así lo fuimos haciendo, paulatinamente.

Y todavía seguís apostando al disco físico…
Sí, aunque, evidentemente, en los últimos tiempos, el disco físico cambió su función. Casi que ahora se convirtió en un suvenir del concierto, o el “embajador” que nos representa a los artistas: si te lo piden para conocerte, entonces lo mandás a algún lado para que te conozcan. Aparte sabemos cómo están las ventas discográficas, que son cada vez menores…

¿Y qué pensás de las descargas?
Están bárbaras. Aparte, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a poner en contra de eso? Madonna termina de grabar un disco y a la media hora ya lo bajamos todos… Después también tenés Spotify, en donde tu disco lo escuchan todos gratis, y lo subimos los propios músicos, porque si no estás en Spotify sos un boludo…

Contanos como va a ser el la presentación del disco, el próximo domingo 30 en el Velma Café…
Estoy con muchas expectativa y muy feliz, porque la banda que me va a acompañar en los ensayos suena muy potente, como a mí me gusta. Van a estar Pehuén Innocenti en piano, Sergio Mayorano en bajo, Gabriel Cabiaglia en batería; y distintos invitados a lo largo del show. Va a ser un concierto larguito, lindo, con temas de todas las épocas, temas de mi disco anterior, clásicos, homenajes a los grandes del blues, además de las canciones de Brothers. A mí me gusta tocar, por eso mi lista es bien flexible.

¿Y cuáles son tus planes a futuro?
A principio de noviembre vuelvo a Italia, donde tengo mi escuelita, un centro de estudios musicales, donde voy a seguir con los cursos que estamos dictando. También estoy trabajando en la edición de un disco acústico que hicimos a principios de junio, hay que masterizarlo y ver con que sello lo distribuimos. 

Mariano A. Nievas


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