domingo, 15 de mayo de 2016

ATTILA: Cuando Billy Joel se puso heavy bien jodido...



"Muchos críticos, fans, y estudiantes universitarios han estado años debatiendo cual es el peor álbum en la historia del rock… Si uno escucha a Attila podría encontrar una respuesta. Attila es,  indudablemente,  el peor álbum grabado en la historia del rock & roll, o (mejor dicho) de toda la historia de la música grabada..." (Stephen Thomas Erlewine)

De acuerdo a esta cita del gran crítico norteamericano, sobrino del fundador de All Music Guide, pocos se animarían a comprar el único disco (editado en 1970) por Attila, el dúo formado por Billy Joel (órgano) -sí, el mismo que después sería súper estrella (o Billy Martin, el Piano Man), el híper, recontra, multi millonario cantautor- y Jon Small (batería)… Sin embargo, esta curiosa producción contiene elementos que la hacen muy atractiva. Por empezar, Attila cultivó (o intentó, mejor dicho) un rock extremadamente “heavy”, mixturando los sonidos barrocos de la música clásica con el rock progresivo y el pop garagero… El resultado fue tan pretencioso como bizarro y encantador. Pero no para Erlewine, que en su crítica agrega: "Hubo malas ideas en la historia del rock, pero ninguna se puede comparar a la colosal estupidez de Attila. Su combinación de hard rock de órgano y batería es atroz. La combinación de los combos de órgano y batería suenan bien en el jazz porque los músicos saben cómo balancear la dinámica de los dos instrumentos, pero en este grupo sólo crean un ruido insoportable".

Es cierto que este disco no está a la altura de ser considerado un clásico incuestionable, pero lo cierto es que el dúo de Joel y Small tenía buenas intenciones musicales, más allá de su tendencia a cagar más arriba del culo… Joel quería –según sus propias palabras- lograr emular con su órgano, el sonido que obtenía Hendrix en su guitarra. Ok, todo muy lindo, pero, claro, Billy, a pesar de que vos sos un excelso pianista, nunca fuiste una bestia del Hammond, a la manera de Keith Emerson, ¿no? Sí, ese loco que se animaba a clavar dagas en el teclado de su maltratado órgano modular…
Seguramente, lo que quiso hacer Joel en Attila fue tratar de sonar como el tema "The Knife", de Genesis, pero trasladado a la enésima potencia durante todo un disco… Obviamente, Billy aun no contaba con la claridad compositiva que ya tenía Genesis. Pero así y todo, y a pesar de sus limitaciones, Billy Joel decidió que la única forma en que -como tecladista- podría competir con esos monstruos, y convertirse en un Hendrix del Hammond, era utilizando en su órgano pedales de efectos de todo tipo, (altavoces) Leslie a todo volumen, distorsión y (pedales) wah-wah. Así, su idea de sonar duro y ampuloso, por momentos funciona, pero en varias partes del disco naufraga, quizás debido a que Joel era aún un simple muchacho tratando de tocar un rock sucio y pesado en su órgano, pero sin demasiadas composiciones destacadas. En fin, lo cierto es que en la actualidad el propio Joel define a este álbum de Attila como "basura psicodélica". Su tapa era tan curiosa como el contenido musical: Joel y Small, dentro del depósito de una carnicería, con trajes de época y rodeados de pedazos de carne cruda por todos lados...

Pero la respuesta del porque este dúo no siguió, quizá no se deba a la poca repercusión de este opus inicial -su canto de cisne prematuro- si no a que Billy Joel le robó su novia Elizabeth a Small, para más tarde casarse con ella y todo... ¡Buen pata de lana había resultado ser el hombre del piano! Para amigos como estos… ¿no Small? Me preguntó que habrá sido de tu vida, joven baterista… De Billy, ¿qué se puede agregar? Ya ni sabe en donde seguir construyendo mansiones, luego de ganarse en buena ley los morlacos por componer la banda sonora de la vida de millones de personas alrededor del mundo, en los 70, 80 y 90, elaborando un repertorio de temas (y discos) inmortales que lo sitúan casi al mismo nivel de otros grandes compositores de música popular, como sus amigos Elton John o Paul McCartney.

Pero bueno, acá no estamos para hablar de eso sino para repasar los temazos de Attila… Un disco que arranca con el inefable “California Flash”, un tema pop canchero que podría pasar por música chicle fácilmente; un corte atractivo aunque un poco empalagoso. “Wonder Woman” es un fallido "homenaje" al personaje del cómic –personificado luego por la linda (valga la redundancia…) Linda Carter-, aunque, claro, los muchachos de Attila igual se mataron por intentarlo... “Revenge is Sweet” es un buen rock -aunque bastante pretencioso, eso sí- que nos recuerda las parodias rockeras desarrolladas luego por Paul Williams en Un fantasma en el paraíso, la opera rock glam clásica de mediados de los 70. “Amplifier Fire” es un tema instrumental dividido en dos partes muy diferenciadas. La primera se llama "Godzilla" (!) y está desarrollada en una veta bastante interesante de clara improvisación jazzera; mientras que la segunda parte, "March of the huns", no tiene nada que ver con el comienzo, y origina una coda pretenciosa que desemboca en un final ampuloso -con coros y ruidos- como para crear un ambiente "épico", y que no vuelva a “crecer el pasto”, pero que se queda a mitad de camino en su intento. 


“Rollin´ Home”, que abría el antiguo lado 2 de este vinilo, podría ser considerado el "hit" del disco, ya que es un rock rápido y pesado en el cual se destacan la voz y la forma de tocar de Billy Joel. Este tema -como gran parte del álbum- recuerda los primeros tiempos psicodélicos de Deep Purple. “Tear the Castle Down” y “Holy Moses” son dos canciones del montón que no varían mucho de la mixtura hard oída hasta ahora. Y así llegamos a “Brain Invasion”, el cierre de lujo del disco, un soberbio instrumental en el que se luce Joel, demostrando su gran técnica para tocar el Hammond, desarrollando una mixtura de elementos extrapolados de la música clásica junto a otros del jazz, lo que le da al tema una envidiable velocidad y vértigo. Sin dudas, un final que justifica la compra de este curioso álbum, de pleno rock clase B

Emiliano Acevedo


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