viernes, 22 de abril de 2016

PEZ, Rock Nacional: Un genial (no) homenaje...



Un disco que se llama Rock Nacional, pero que no es un homenaje a este género musical. Porque aunque esta vez las letras del logo de Pez vengan con la forma de la tipografía de la mítica revista Pelo, este no es un trabajo nostálgico que recorre la historia del rock de acá; desde la progresía setentosa hasta la época actual. Nada más alejado que eso, porque Pez es un grupo que siempre va hacia adelante. Sin embargo, eso sí, y se nota, la banda liderada por Ariel Minimal Sanzo da cuenta en esta obra de toda la música que escucharon y los influenció, y por eso, al no renegar ni un ápice de esas raíces musicales, el titulo de este nuevo disco de Pez no sería nada antojadizo. 

Como lo asevera el propio Minimal en una entrevista reciente del sitio WYWH: Si tuviera que decir algo (del disco) creo que también habla de un  hacernos cargo de quienes somos, de dónde venimos. Somos una banda más de rock nacional (…) Son referencias. Tampoco sé que quiere decir bien que se titule Rock Nacional y tenga la tipografía de la Pelo porque como te decía antes hay discos nuestros que suenan más a eso que éste”.
Palabras tan ciertas como esa presunción de que en ninguna otra latitud más que en la nuestra existiría esta música que Pez cincela, disco a disco, siempre sorprendiendo, nunca parando en su exploración sonora.

Porque, seamos sinceros; ¿Quién podría haber predicho esta nueva propuesta artística del grupo? Dejando de lado la distorsión de los últimos discos, Pez apuesta por un nuevo sonido, más ecléctico, en donde se gana su lugar la labor del nuevo integrante Juan Ravioli en los teclados. Y es que este músico le da una nueva gama de colores sonoros al trio formado por Ariel (voz, guitarras eléctrica y acústica), Franco Salvador (voz, batería y percusión) y Fósforo García (bajo). Puede que la transición resulte brusca  e incluso forzada para algunos, pero el proceso que los ha conducido hasta aquí ha requerido 23 años, en donde Pez ha dejado bastantes pistas en el camino como anticipando el tipo de música que hacen hoy.

Diecisiete discos incluyendo algunos en vivo sirven para completar una discografía harto generosa, a la que se suma este nuevo Rock Nacional. El resultado han sido diez composiciones que van a dejar boquiabierto a más de uno, para bien o para mal. Porque es justo avisar a todo aquél que espere una nueva dosis de agresividad aplastante, que este álbum está bastante lejos de eso. Nada de guitarras saturadas o de tempos acelerados. Podríamos, por supuesto, buscar un precedente en aquel insigne Hoy (2006), disco tranquilo si los hay en la historia de Pez, pero un hecho diferencial separa el álbum que hoy nos ocupa de aquel remanso de paz: Rock Nacional no es un disco de temas folk ni lentos. La pasión, la potencia y la, por así llamarla, “patada sonora aplastante” característica del grupo de Minimal siguen aquí presentes, aunque expresadas a través de vías menos obvias. Más maduras y sutiles. Y como ejemplo de eso, nada mejor que el tema que abre el disco:
“Más música”, muy sutil, con arreglos de exquisito sabor latino, y con unas liricas con mucho gancho; un numero sumamente cancionero. Por supuesto, esta apasionante composición incluye secciones que remiten incluso al rock de fusión, con una banda que se muestra mucho más comedida y elegante de lo que se podría creer tras semejante cambio estilístico, sin ningún exceso. 
“Tan deprisa ya” es otra deliciosa canción movida, pero con mucho sabor folk-pop de fogón. “De la vieja escuela del amor” es, a decir de Minimal, un tema “kissero”, y algo de eso hay, porque es un rockazo bien setentoso que recuerda algunas canciones del primer Kiss. Sin embargo, hay que puntualizar que los colchones de órgano de Juan Ravioli en esta canción lo acercan al Carlos Cutaia de Pescado Rabioso
“Disparado” es el único tema en donde participan en la composición los cuatro músicos de Pez; quizás sea por eso su amplitud rítmica y dinámica, que van desarrollando esta canción en varias secciones hasta terminar en un estribillo repetitivo y tan pegadizo como un mantra.
“Lo nuevo” es psicodelia ensoñadora, un hermoso viaje en donde el oyente se deja llevar por la música del grupo hacia una atmosfera fantasiosa, pletórica de acertadas intuiciones. Si nos atenemos al nombre del álbum este sería un tema que nos recuerda los momentos más volados del mejor Color Humano, aunque las comparaciones son sumamente odiosas, y más en una obra tan heterogénea e inesperada como la de Pez.
“El aprendiz” es el regreso de ese rock progresivo de alto vuelo con el que Pez dio cátedra en el disco Folklore (2004). La parte final instrumental de la canción arranca con un groove imponente del bajo y la batería, que se conjuga a las mil maravillas con el sonido prog de los sintetizadores vintage de Ravioli y los guitarrazos poderosos de Sanzo. Sin dudas, uno de los temas más prepotentes de este nuevo repertorio del grupo.
 En “Cerezas”, por el contrario, vuelve el pop de alto nivel; ese que nos recuerda al rock argentino de los 80. Quizás esto haya sido pensado adrede o no por la banda; como sea, es otra canción irresistible, con destino de corte de difusión, si eso existiera en el universo inusual del grupo de Minimal.
En “Lucifer” predomina una dinámica polirrítmica, con partes más tranquilas (las de los intermezzos melódicos) y otras más rock (las cantadas por Ariel), lo que propulsan al tema hacía una área musical indeterminada, que se termina resolviendo súbitamente.
 “Cuidate, monito” da muestras de una herencia rítmica rioplatense muy evidente, aunque no sería nada apropiado asociar a esta canción al candombe, ya que su acentuación rítmica difiere bastante de ese género musical. De esta forma, Pez, otra vez, forma y deforma, a partir de una rítmica determinada, creando una música que no está ni acá, ni allá, y que suena particularmente novedosa.
Tan novedosa e inusual como la canción final, “Calabacita”, que, como su título lo indica, está dedicada a CFK, según las palabras de Sanzo. Aquí, a partir de una letra verdaderamente cariñosa hacía la figura de la ex presidente, se termina desarrollando una canción muy sutil, pero que también puede llegar a guardar cierto dejo de ironía, que la saca del homenaje simple y aburrido, para emparentarla, más bien, con ese tipo de canción pop de amor como fue “Canción para el día que se muera Elton John”, incluida en el primer álbum solista de Ariel, Un hombre solo no puede hacer nada, editado en 2004.


La producción de todos los integrantes de Pez y la mezcla de Walter Chacón otorgan al álbum un alma cristalina, nada espesa, reforzando la sensación “retro” propulsada por los teclados de Ravioli, que deja la escucha de este nuevo material de Pez. Ahora lo que queda por definir es si éste es el principio de un nuevo camino para el cuarteto, o solo un álbum donde Ariel Minimal ha desahogado de forma puntual sus tendencias más clásicas enfocadas hacia el rock clásico. Lo único seguro es que Rock Nacional ya está aquí, convertido, seguramente, en el que será uno de los mejores discos del año, lo que nos da la seguridad de que este viaje ha valido la pena.

Emiliano Acevedo



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